“Hiciste cabalgar
hombres sobre nuestras cabezas,
pasamos por el fuego y por el agua
y nos sacaste abundancia.”
Y después de la dureza
entre libros y crecientes,
henos aquí, somos docentes
en honor de tu grandeza,
¡ Oh Señor de los Ejércitos!
¡ Oh Maestro de maestros!
comprendo por qué cabalgar hicieras
hombres sobre nuestras cabezas.
Me has prestado tantos hijos
con miradas de luceros
traviesos, cual luces multicolor
que relumbran las paredes del colegio
e iluminan de motitas el salón.
No permitas que en mis años
de maestro en el servicio,
vuélvame ciego e ingrato
con todo lo que me has dado
o que obseso por mi ciencia
le prodigue algún maltrato
al candor y a la inocencia;
hazme fuerte a esa alegría
que ignorante a mi cansancio
podría quebrar mi sonrisa;
hazme sabio ante los juegos
y al bullicio que los niños
manifiestan como brisa.
Cuando todos mis hijos
me rodean, rompiendo el silencio
del académico proceso que dirijo,
comprendo que pasando seguiremos
por el fuego y por el agua;
y día a día aprenderemos
que de Dios somos guerreros
y el amor es la abundancia
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
Poemas de Antonio Machado
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