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Maestro
Autor: Miguel Angel
Cornejo
Naciste cuando por primera vez fuiste testigo del esplendor
de una mirada de asombro por tu saber.
Eres un Sócrates que hace reflexionar a los jóvenes en el
ágora de Atenas, a quienes ayudas a gestar sus propias respuestas.
Eres la mano suave y paciente que enseña a leer al
invidente, la Anne Sullivan que transmite el universo a la mano frágil de Helen
Keller.
Eres un cuento que, con metáforas y magia, despiertas la
imaginación de tus alumnos y les dejas moralejas para que las conviertan en
virtudes.
Eres quien despierta el deseo de aventura, te conviertes en
Julio Veme, en descubridor de mundos y conquistador del universo, los haces
soñar para alcanzar lo imposible.
A través de la historia, quienes han ejercido en tu profesión
forman una galería inmortal: Aristóteles, Edison, Albert Einstein, Gandhi,
Jesucristo.
Has experimentado las más profundas emociones de alegría al
ver el triunfo de tus alumnos, has padecido sus fracasos y te ha herido
profundamente estar al lado de una tumba de alguno de ellos quien era demasiado
joven para morir.
Eres verdaderamente polifacético, en un solo día te
conviertes en consejero, militante, político, padre adoptivo, taxista,
recadero, prestamista y hasta detective. Localizas artículos perdidos, además
de ser médico, enfermero, psicólogo y tu faceta más importante es ser aquel
amigo que busca sinceramente el bien de los que ama.
Eres un escultor de seres humanos, tu principal misión es
hacer surgir en cada uno de tus alumnos lo que deben llegar a ser, los impulsas
a luchar incansablemente por encontrar su sentido existencial, los conviertes
en buscadores de tesoros, que es la realización de su propia vocación y tu
sueño más importante es que cada uno de ellos logre trascender y cumpla
plenamente con la misión que Dios le concedió al nacer.
Luchas incansablemente contra el pesimismo, el derrotismo,
la crítica sin sentido, el desaliento, la envidia, y tus mejores armas son el
optimismo, la alegría, el conocimiento, la imaginación, la fortaleza, tu profunda
fe y tu sincero y auténtico deseo de servir.
Perteneces a una profesión que edifica el futuro, estás
destinado a permanecer por siempre; los padres te han confiado la tarea más
importante: educar a sus hijos, y además, estás cierto que Dios te concedió ser
el arquitecto de su creación humana.
¡Tú eres un Maestro!
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