miércoles, 26 de septiembre de 2012

Grupo Maestros

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Maestro

Autor:   Miguel Angel Cornejo
Naciste cuando por primera vez fuiste testigo del esplendor de una mirada de asombro por tu saber.
Eres un Sócrates que hace reflexionar a los jóvenes en el ágora de Atenas, a quienes ayudas a gestar sus propias respuestas.
Eres la mano suave y paciente que enseña a leer al invidente, la Anne Sullivan que transmite el universo a la mano frágil de Helen Keller.
Eres un cuento que, con metáforas y magia, despiertas la imaginación de tus alumnos y les dejas moralejas para que las conviertan en virtudes.
Eres quien despierta el deseo de aventura, te conviertes en Julio Veme, en descubridor de mundos y conquistador del universo, los haces soñar para alcanzar lo imposible.
A través de la historia, quienes han ejercido en tu profesión forman una galería inmortal: Aristóteles, Edison, Albert Einstein, Gandhi, Jesucristo.
Has experimentado las más profundas emociones de alegría al ver el triunfo de tus alumnos, has padecido sus fracasos y te ha herido profundamente estar al lado de una tumba de alguno de ellos quien era demasiado joven para morir.
Eres verdaderamente polifacético, en un solo día te conviertes en consejero, militante, político, padre adoptivo, taxista, recadero, prestamista y hasta detective. Localizas artículos perdidos, además de ser médico, enfermero, psicólogo y tu faceta más importante es ser aquel amigo que busca sinceramente el bien de los que ama.
Eres un escultor de seres humanos, tu principal misión es hacer surgir en cada uno de tus alumnos lo que deben llegar a ser, los impulsas a luchar incansablemente por encontrar su sentido existencial, los conviertes en buscadores de tesoros, que es la realización de su propia vocación y tu sueño más importante es que cada uno de ellos logre trascender y cumpla plenamente con la misión que Dios le concedió al nacer.
Luchas incansablemente contra el pesimismo, el derrotismo, la crítica sin sentido, el desaliento, la envidia, y tus mejores armas son el optimismo, la alegría, el conocimiento, la imaginación, la fortaleza, tu profunda fe y tu sincero y auténtico deseo de servir.
Perteneces a una profesión que edifica el futuro, estás destinado a permanecer por siempre; los padres te han confiado la tarea más importante: educar a sus hijos, y además, estás cierto que Dios te concedió ser el arquitecto de su creación humana.

¡Tú eres un Maestro!